El profesor Guido Mossé, junto con otros editores de revistas culturales, opina sobre la escritura de los blogs en
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REVISTAS CULTURALES
La persistencia del papel, en tiempos del blog
Muchas publicaciones en formato tradicional que circulan en Tucumán parecen tener una función social.
En la era de la blogósfera todavía hay quienes eligen la textura del papel modesto y los formatos editoriales tradicionales (la revista a dos colores, el mural o la hojuela ascética con aparente “cero diseño”) como medios para canalizar sus producciones de narrativa, de poesía, de ensayo, o, simplemente, de catarsis. Como afirma Soledad Martínez Zuccardi en su análisis sobre la primera mitad del siglo XX, las revistas culturales son escenarios fundamentales de la vida intelectual moderna.
Un siglo después, internet mediante, vale preguntarse si los escritos de las nuevas camadas siguen cumpliendo la misma función: si los guía el deseo de experimentar nuevas estéticas; o si lo que los anima son, simplemente, “las ganas de decir”.
En esa búsqueda,
En esta crónica no aparecen revistas culturales más “profesionalizadas”, como la flamante “Mil trescientos kilómetros. Escrituras desde la frontera” o la publicación digital “Telar”, que dirige la doctora Carmen Perilli (ver sitio www.unt.edu.ar, link revistas digitales), entre otras publicaciones que editan intelectuales tucumanos de la generación intermedia.
A propósito de las revistas realizadas por jóvenes tucumanos, una investigación de “Dixi” de 2006 indicaba la existencia de alrededor de 15 publicaciones independientes (entre culturales y de espectáculos). El perfil de la mayoría de esas publicaciones es decididamente artesanal y no persigue rentabilidad. Según Verónica Daud, muchas de esas revistas han dejado de circular en estos últimos años “por la imposibilidad de sostenerlas económicamente”.
Sin embargo, en el mismo período se han multiplicado los blogs escritos por jóvenes tucumanos provenientes de distintas disciplinas. Si el blog aparece como un espacio de expresión en el que numerosos individuos se vinculan en red desde la soledad de sus computadoras, muchas de las revistas culturales en papel que circulan en Tucumán, en 2008, parecen mantener una función más social que estética.
A la virtualidad de la red, las publicaciones gráficas no sólo le oponen la “materialidad” del papel, sino que, una vez editadas, circulan por los contados pero concurridísimos cafés literarios de Tucumán. En apoyo de esa percepción, opina Guido Mossé : “Nosotros priorizamos los vínculos, el lenguaje como vía de expresión, más que la búsqueda propiamente estética”.
“Todo estudiante de Letras busca no sólo escribir, sino darse a conocer”, añade Daniel Ocaranza, responsable de la hoja mural “Escapulario”, que se “edita” en las paredes de
Mossé produce “
Daniel Casas edita “Seta” con otros tres amigos. Dice que no quisieron buscar patrocinios institucionales porque querían trabajar con libertad. Sin embargo, cuenta que la revista tuvo tan buena acogida que las autoridades de Filosofía y Letras apoyarán la edición.
Lo mismo les pasa a las chicas de Yucumanita (voz quichua de Tucumán), que ya tiene ocho años de vida, y cuyo objetivo es “hacer valer el derecho a la cultura”. En la revista hay un 50% de producción de los profesores, y un 50% de los estudiantes, y también tienen apoyo de las autoridades de Filosofía y Letras.
Yucumanita también está en la web (www.unt.filo.edu. ar, link “revistas digitales”), edita un CD, un video y organiza un concurso que, según sus responsables, es un termómetro de esta “fiebre de escritura”. En los concursos de cuento y poesía que organiza Yucumanita, dicen, se presentan hasta amas de casa.
Escribir y corregir
Un punto que propicia debate entre algunos editores es el de la calidad estética del material que se publica. Como ya se dijo, ellos priorizan “el espacio de vínculo, por sobre la estética, que suele ser la que se impone desde el discurso hegemónico”.
Sin embargo, la profesora Rossana Nofal, que está a cargo de la materia “Taller de escritura” en la facultad de Filosofía y Letras, opina que a veces esas posiciones enmascaran cierta carencia de autocrítica. “El primer debate (en torno del flamante espacio de taller) tiene que ver con instalar la idea de una escritura y su corrección. Un texto que se produce, se confronta con otros y se vuelve a pensar. Confrontar y tomar riesgos: hablamos de una escritura pautada. Los chicos -afirma Nofal- escriben al ritmo de propuestas determinadas y con el vértigo de tener que tomar decisiones inmediatas sobre una hoja en blanco. La consideración de la escritura como trabajo supone prácticas activas, con posibilidad de distancia crítica, debates y proyección hacia el futuro de esa producción, componentes indispensables para considerar la relación entre la escritura propia y la de los otros”. Una manera de mezclar la fiebre con la técnica.
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